Cuando Tito Livio (59 a.C.-17) escribió Ab Urbe conditia (Desde lafundación de la ciudad), sobre la historia general de Roma noconsideró necesario nombrarla en el título: todo el mundo daba porhecho que esa ciudad únicamente podía ser Roma. ¿Cómo llegó esta, conel correr de los tiempos, a ser la capital del Imperio mayor y másimportante de la Antigüedad? ¿Cuáles fueron las causas de que suanterior sistema de gobierno, la República, cayera y diera paso alImperio? Dos nombres destacan entre todos: Julio César y OctavioAugusto. Dos nombres que encarnan las virtudes y los excesos humanosentre los que se movieron ambos sistemas. Si César fue clave en laagonía y fin de la República, Augusto, el primer emperador -quien para muchos historiadores es el más relevante de todos ellos- resultó elgran protagonista de la traslación hacia el Imperio.
«El mundo no es más que transformación, y la vida, opiniónsolamente», dijo Marco Aurelio, el emperador filósofo.
Este libro se sumerge en cada una de las encrucijadas queconformaron el Imperio romano. Desde su ordenación administrativa yeconómica, ha